Primero fueron las cintas de cassete, en las que grababa los vinilos para poderlos escuchar en el coche. Vinilos que ya había pagado, y de los que hacía copias privadas.
La cosa se fue modernizando, y empezaron a cobrarme por los CD y los DVD. Cada vez que compro uno, le pago a los innombrables un tanto por el lucro cesante de las copias privadas que tal vez haga sobre ellos. Ayer, colocando la mesa del ordenador en casa, calculo que tenía al menos cincuenta o sesenta discos con copias de seguridad o distribuciones Linux, por los que también he pagado el correspondiente canon. Aunque tal vez por mi parte sea un razonamiento erróneo, hace que me sienta legitimado para albergar en mi discoteca copias privadas (realizadas por mí o por otro) al menos en un número igual al de los discos por los que he pagado ese derecho sin ejercitarlo realmente. O eso, o que me den los medios para reclamar el importe que he pagado por ello.
El último despropósito es que una biblioteca pública tenga que pagar por prestar libros. En este caso, nuestros queridos congresistas -todos excepto un par de grupos- han sido sensatos y se han plegado ante el miedo a la multa diaria que la CE les imponía en caso contrario. O pagas, o pagas. Si esto es ser europeo, a mí que me borren. No entiendo nada, las decenas de libros que he sacado de bibliotecas a lo largo de mi vida no han conseguido abrir mi mente para que comprenda esto que me parece una barbaridad. Como me parece una barbaridad que nos digan que el dinero no saldrá de nuestros bolsillos, sino de las Comunidades Autónomas y el Gobierno asumirán los costes. Ah, claro. Es que ellos tienen una maquinita que genera dinero para que no salga de los impuestos que nosotros pagamos. Lo que pasa es que como leemos poco -y menos a partir de ahora, puesto que habrá menos fondos disponibles- somos unos iletrados a los que es sencillo hacer creer cualquier cosa.
No digo en este país, sino en esta Europa que nos han hecho los políticos (porque no la hemos hecho los ciudadanos, desde luego que no) importa poco la opinión de las personas de a pie, a los que ellos dicen representar. En este caso, los propios autores no consiguen entenderlo. Yo tampoco.
La cosa se fue modernizando, y empezaron a cobrarme por los CD y los DVD. Cada vez que compro uno, le pago a los innombrables un tanto por el lucro cesante de las copias privadas que tal vez haga sobre ellos. Ayer, colocando la mesa del ordenador en casa, calculo que tenía al menos cincuenta o sesenta discos con copias de seguridad o distribuciones Linux, por los que también he pagado el correspondiente canon. Aunque tal vez por mi parte sea un razonamiento erróneo, hace que me sienta legitimado para albergar en mi discoteca copias privadas (realizadas por mí o por otro) al menos en un número igual al de los discos por los que he pagado ese derecho sin ejercitarlo realmente. O eso, o que me den los medios para reclamar el importe que he pagado por ello.
El último despropósito es que una biblioteca pública tenga que pagar por prestar libros. En este caso, nuestros queridos congresistas -todos excepto un par de grupos- han sido sensatos y se han plegado ante el miedo a la multa diaria que la CE les imponía en caso contrario. O pagas, o pagas. Si esto es ser europeo, a mí que me borren. No entiendo nada, las decenas de libros que he sacado de bibliotecas a lo largo de mi vida no han conseguido abrir mi mente para que comprenda esto que me parece una barbaridad. Como me parece una barbaridad que nos digan que el dinero no saldrá de nuestros bolsillos, sino de las Comunidades Autónomas y el Gobierno asumirán los costes. Ah, claro. Es que ellos tienen una maquinita que genera dinero para que no salga de los impuestos que nosotros pagamos. Lo que pasa es que como leemos poco -y menos a partir de ahora, puesto que habrá menos fondos disponibles- somos unos iletrados a los que es sencillo hacer creer cualquier cosa.
No digo en este país, sino en esta Europa que nos han hecho los políticos (porque no la hemos hecho los ciudadanos, desde luego que no) importa poco la opinión de las personas de a pie, a los que ellos dicen representar. En este caso, los propios autores no consiguen entenderlo. Yo tampoco.
1 comentario:
Aja!
Existe un mercado de cds de contrabando, solo adquiero esos.
Tiene gracia puesto que la ley está destrozando la industria de "plástico" nacional... cada día venden menos.
¿Y las ferias de libros usados?
Por mi parte, los libros que compro de primera mano son contadísimos.
Hay que joderlos y bien jodidos.
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