5.3.12

Me quedo

De vuelta de una gloria inexistente...

Soy yo y mis circunstancias. Aparezco brevemente y vuelvo a caer en la ausencia. Iba a poner en la desidia, pero es algo que cabe poco en mi vida: tal vez procastino (qué palabra) en muchas ocasiones, pero en absoluto abandono nada por pereza. Simplemente, cuando las obligaciones me dan tiempo libre me distraigo con mil cosas. Supongo que eso no cambiará mucho.

En todo caso, a veces siento cierto remordimiento por gente a la que leo a menudo y creo que debería corresponder, y os nombro porque os sabéis leídos. A veces hablo de vosotros con mis amigos tangibles y me cuesta trabajo calificaros: "el otro día decía una amiga que tiene un blog" me resulta raro. Tal vez si nos conociéramos en persona nos repelerían mutuamente nuestros tics, nuestro aspecto, nuestra forma de conversar avasalladora o escueta, mi cultivado desaliño o tu gusto por los zapatos, mi cansancio de padre de adolescentes o tu emoción de padre casi recién estrenado.

Cierran hoy dos personas a las que he seguido -a una más que a otra- durante años. Otros han ido alejándose de esta playa para ir a su vida, como debe ser. Twitean tal vez, o incluso tienen Facebook, y tal vez también por ahí han dejado miguitas que he seguido hasta localizarles. Pero no es lo mismo, no. Esto es otra cosa, y la media hora que me exige como mínimo escribir esto me permite pensar y pulir (no tanto, a veces) frente a la continua necesidad de ser agudo o mostrar las mil cosas que uno hace, los cien videos que recomienda, las doscientas páginas que lee.

Soy como soy, a veces me apetece resguardarme y a veces mostrar mis tripas a quien quiera verlas. Y me gusta estar aquí, me gusta que me lean determinadas personas, por pocas que sean. Me gusta leerte, ser leído. Es un buen sitio.

Estoy aquí,
donde yo siempre estuve,
donde apenas hay sitio para mantenerse erguido.