25.12.08

¿Qué vas a regalar?

Seguro que has pensado en muchas cosas. Pero no olvides lo más importante, lo que no puede faltar bajo el árbol el día seis, si realmente quieres lo mejor para tu gente.





La campaña original es de estos señores, y La Gorda y yo la hemos les hemos robado, retocado y traducido: en resumen, han sido pirateados para la biblioteca de su insti. Lo mismo vienen los otros y nos cobran el canon...

14.12.08

Formar una familia

Aquella mujer me gustaba mucho
pero me propuso que formáramos una familia
ella ya tenía un hijo
de su primer marido
tenía padre madre hermanos y primos
Otra familia me parecía una redundancia
¿Para qué quieres otra familia? -le contesté
¿Para que vea cómo tu hijo no baja la tapa
del retrete por miedo oculto a la castración
y cómo tu hermana no cierra la puerta del baño
para no perderse nada de lo que ocurre en el salón?
¿Esa es tu idea de una familia?
me preguntó
No, además tenía otras ideas:
gente con la cual yo no me tomaría un café
si no mediara un parentesco
gente que discute por dinero
propiedades cuentas bancarias
gente que no se habla por un asunto
de reparto de sillas o de sofás
y que se reúnen una vez al año
-por Navidad-
sin tener ganas
y se pasan la noche anterior
y el veinticinco de diciembre
comiendo y bebiendo
y haciendo mucho ruido.
¿Tú qué haces por Navidad? -me preguntó, entonces.
Busco una emisora de música clásica
-le dije-
y juego a la playstation.

8.8.08

Tres mentiras

Como dirían los de El Jueves, esta es la imagen de portada, pero teníamos más:


Dice el jefazo de los chinos que las olimpiadas son una oportunidad de entendimiento entre China y el resto del mundo. Es decir: tras los juegos olímpicos, una vez que hayamos quedado deslumbrados por la parafernalia organizativa, por las imágenes deslumbrantes y por las gestas de los atléticos héroes, seguro que seremos capaces de entender las cosas que ocurren en China. O tal vez sean ellos los que entiendan que es el momento de desterrar definitivamente determinadas costumbres, como la de vendar los pies de sus mujeres o la de encarcelar a quien les lleve la contraria. Porque sobre lo de los derechos humanos que les decía el otro día el emperador, le han dicho que se monte aquí, aunque bien le podrían haber contestado con un sencillo tu quoque.

No soy futbolero, y no me suelo tragar demasiadas retransmisiones deportivas, aunque seguro que me engancharé y me emocionaré con el esfuerzo de los atletas. Y olvidaré todo lo que hay detrás de los juegos, los intereses económicos que hacen que los líderes políticos defiendan libertad y democracia con la boca pequeña, mientras firman acuerdos comerciales con el mayor mercado potencial del mundo.

Del mismo modo que cuando veía algún concierto de Rock in Rio olvidaba que su presunto compromiso social no es más que otra forma de publicidad, aunque ese festival dedica (parte de) sus beneficios a causas sociales y mediambientales. Entendiendo como beneficios lo que queda tras retirar la parte del león, cuando las empresas constructoras y promotoras han cobrado y los propios organizadores se han llevado sus sueldazos. Una vez hecho esto, se van a hacer cosas tan ecológicas como montar el mayor árbol de navidad del mundo, que sólo gasta dos megavatios de electricidad a la hora.

No iré a la Expo de Zaragoza. Me coge lejos, pero además es otro lobo con piel de cordero, que se cubre de una capa de sostenibilidad para generar una riqueza que irá a manos de constructoras y especuladores: los de siempre. Hay muchos motivos para aborrecer semejante invento. Con independencia del daño que ha causado al Ebro, me pregunto cuántos pozos y potabilizadoras se podrían haber realizado en África con los 750 millones de euros que se van a gastar.

Pero ya sabemos:
Es tanta su majestad,
Aunque son sus duelos hartos...

12.7.08

Una vacuna

El pasado martes tuve un día horroroso, con un humor de perros. Hay quien dice que probablemente eran los primeros síntomas del virus de la mala leche, que ayer me tuvo en cama, lleno de fiebre y dolores.

Hoy estoy mejor, y ya es hora de contar lo que retrasó la aparición del brote febril. Seguramente habría algún médico que lo discutiría, si estuviera dispuesto a escucharle.

No sé qué enlace me llevó a qué enlace, y finalmente acabé descubriendo este video. Tómate cinco minutos, aunque tal vez acabes tomándote más. Tal vez te inmunice más que a mí, y tu virus no llegue a desarrollarse.

20.6.08

Acúfenos

No es exactamente que alguien hable de ti.

Si te sumba el oido te escuchan con laser la nasa
(Ya me hubiera gustado tener una foto, ya)

8.6.08

Ella (tú)

Se despidió públicamente. No era la primera vez que lo hacía, pero supe que ahora sí era de verdad, que abandonaba el personaje que había representado ante todos nosotros durante años. No me dijo adiós personalmente, no tuvo una atención personal conmigo. Y no me importó porque entendí que entre tantas cosas en su vida -tan dura últimamente-, y con tanta gente magnífica y brillante a su alrededor, lo que mis pequeñas y esporádicas palabras representaban no era relevante en su día a día.

No dije nada, no le escribí en ese momento. Puse una marca en su casillero, para hacerlo más adelante, cuando lo que la obligaba a dejarnos estuviera más curado. Por otra parte, pensé que si quería despedirse era cruel intentar retenerla de nuestro lado, aunque fuera mediante los minúsculos hilos que anudamos formando palabras.


Días después recibí la visita de una desconocida. Se presentó de un modo escueto y amable, me dejó su dirección y desapareció. La guardé y casi la olvidé, braceando con dificultad entre viajes, estudios y esas cosas que devoran nuestras horas, días, semanas. Luego comencé a visitarla de modo esporádico y me fue enganchando la maestría con que construía sus frases, la dulzura que se escondía tras ellas.

Supongo que hubo varios detalles que me fueron poniendo sobre aviso. Los libros, la comida. ¡El chocolate! Sin embargo, no recuerdo qué fue exactamente lo que me hizo darme cuenta, y después estar seguro. Pero cuando caí, fue como reconocer una ciudad que hace tiempo que no se recorre, o de qué modo ha cambiado la cara del compañero de instituto al que vuelves a ver tras veinte años. Poco a poco vas recomponiendo los rincones, las arrugas, los gestos, los edificios. Ves que lo esencial sigue igual, escondido bajo la piel que no conocías, tras las fachadas renovadas.

Gracias, amiga, por dejarme encontrarte. Por estar ahí, por ser tú.

Prometo no decírselo a nadie.

30.5.08

¡Hostia!

Advertencia: Este post pretende ser iconoclasta e irreverente, pero no ofender a nadie. Católicos susceptibles, absténganse de seguir leyendo. No se admiten reclamaciones.

La situación es como sigue: en la comunión del niño de una amiga, te enseñan una especie de recordatorio con la foto de la catequista y todos sus catecúmenos, con frases escogidas del evangelio y una estética moderna e infantil. Más bonito...

El problema de invitar a determinada gentuza -como un servidor- a ese tipo de celebraciones es que van y se fijan en determinadas cosas.

¡¡ Pero bueno... !! ¡¿Qué le pasa a ese Jesús?!

(¿Será éste el famoso Jesús del Gran Poder?)

Se lo hice notar a la familia, y la cosa fue ya preocupante al leer la frase del encabezado:¿Qué les enseñan a estos niños en la catequesis? ¿Eh?

(Todo esto, entre la hilaridad general, quede claro.)

26.5.08

Gramos

Esta semana estoy en Madrid en un curso, y vivo con mi sobrino. Esta tarde fui a hacer la compra para reanimar su frigorífico de estudiante.

El centro comercial, como todos los de los barrios de las grandes ciudades. Cuando iba a entrar en el supermercado, algo cayó del techo delante de mí, junto a unas personas que entraban o salían. Era un pájaro, aparentemente muerto. La gente lo miró, comentó algo y allí lo dejaron. Me acerqué con la idea de, al menos, echarlo en una papelera para que nadie lo pisara. Cuando lo cogí me pareció que aún estaba vivo. Un hombre me dijo:

- Debe de ser de esos pequeños que aún no vuelan bien.
- No, mire usted que el pico no es amarillo por los lados -le expliqué.

Miré hacia arriba y vi el techo de cristal, la trampa de la que no había sido capaz de escapar, que le había agotado hasta hacerle caer de angustia o agotamiento. Noté la vibración acelerada del corazón, observé que respiraba, con los ojos entreabiertos, la cola arqueada hacia arriba y las pequeñas garras apretadas. Pensé que aún estaba vivo, que era presa de un síncope.

Lo envolví con mis manos y salí a la calle, buscando un sitio que no estuviera cubierto. Encontré un rincón junto a una barandilla, sobre un pequeño jardín. ¿Cuánto pesa un gorrión? ¿Diez, veinte gramos? Es sorprendente. Poco a poco fue abriendo los ojos, perdiendo rigidez. Lo moví y se quedó apoyado sobre el vientre, con las patas ya relajadas, comenzó a mirar a su alrededor. Esperé. Lo moví otra vez y repentinamente salió volando y se perdió en un pequeño arbusto. Casi no vi cómo se iba, no noté la falta de su peso en la mano.

No quiero extraer ningún significado a esta pequeña historia. Fue un momento precioso, sin más. Quería contarlo.

25.5.08

Mucho orgullo

Advertencia: esta es una entrada obsesivamente friki. Si el tema no te interesa, te invito a volver otro día. Y mientras tanto, que la fuerza te acompañe.

Hoy es el día, y lo conmemoramos. Pasen y vean.

¿De aquí viene lo de su graciosa majestad?





Si bebes, no conduzcas. Ni lejos ni cerca ni en ningún lao...





Un ratito de karaoke.





"- ¿Qué ocurre, general?"
"- La flota ha salido del hiperespacio y Comscan ha detectado un campo de energía…"
Mira tío, para traer esas noticias...





"- Déjame verte con mis propios ojos, al menos por una vez".
Y el resto…





"Todos los sospechosos son culpables y punto. De otra forma no serían sospechosos, ¿o no?"
Un clásico de los reality shows.





Si has llegado hasta aquí, te tragas lo que te echen, aunque no tenga nada que ver. Así que... ¡Bola extra!
"¡Tienes mi espada! ¡Y mi hacha!"

20.5.08

Física (y química)

Dice Pau que no sabe escribir comentarios, porque le salen enormes. Me pasa igual, y de hecho este post es un comentario a otro -que os aconsejo leer antes- de mi muy admirada Mercè Molist.

Durante años, de modo periódico, me maltrataba una enfermedad que nadie sabía de dónde venía, ni qué podía causar aquellos síntomas. Bromeando, decía a mi mujer que notaba que me iba a venir la regla, porque solía atacarme aproximadamente cada mes. Me hicieron decenas de pruebas que no arrojaban resultado alguno. Me sometí a tratamientos muy desagradables y tuve que soportar la elocuente mirada de algunos grandes especialistas, que por educación no se atrevían a llamarme lo que pensaban de mí. Pero los dolores eran físicos y reales, muy reales. Tanto, que una médico (que fue quien únicamente se acercó al problema) con la que hablaba en una ocasión me llegó a decir que le resultaba llamativo lo bien que conocía y describía mi dolor.

Hasta que fui descubriendo una cierta pauta entre lo que me pasaba en mi día a día, las crisis y su intensidad. No fue sencillo descubrirlo, porque los dolores no desaparecían cuando esas causas externas no existían. Y no es sencillo describirlo, pero determinadas situaciones, cuando se acumulaban, desembocaban en un achuchón mayor de lo normal. Y además, había determinadas maneras de enfocar según qué cosas que me hacían daño o me agotaban; pero en lugar de lidiar con ellas, las dejaba en segundo plano y las ignoraba. Cuando había acumulado suficiente de ello, mi cuerpo me lo decía, y de qué modo.

Años después, aún tengo alguna pequeña crisis, nada comparado con aquello. Habrá quien me lo discuta -y no se lo discutiré yo-, pero tengo claro que nuestro organismo se ve influido por nuestra mente de modos que a nuestros médicos se les escapan, y que somos bastante más cosas que células y fluídos. Y que es importante saber que los pensamientos se solidifican, pesan y se vuelven físicos, aunque los únicos que podamos notar ese peso y sus efectos seamos nosotros mismos.

12.5.08

Hello, President

No sé yo de dónde saca este hombre esa mala fama que tiene. Para empezar, se puso al teléfono inmediatamente. Como mi inglés no es muy bueno, a veces me costaba descifrar su acento tejano, pero la cosa fue más o menos como la describo:

Cómo no, lo primero que hice fue felicitarle por la boda de su hija, y preguntarle cómo había ido todo. Espectacular, me resumió. Seguimos hablando de pequeñas banalidades, intercambiando cortesías antes de entrar en el tema. Cuando le expuse el motivo de mi llamada, sentí que me dedicaba todo su interés.

¿Un qué? ¿Donde? ¿Cuántos muertos? Caramba, menos mal que como son todos iguales, no se notará mucho, je, je... Vale, vale, era sólo una broma, hombre... Por supuesto que estamos para ayudar donde haga falta... Sí, me dicen que ya hemos mandado algo para allá... Una dictadura, entiendo... ¿Veinte años, dices?... Pues sí que aguantan... Seguro que son comunistas o así... ¿Ah, que no?... ¿Ah, que ni fu ni fa? ¿Pero entonces son de los buenos o de los malos?... Sí, por supuesto que la democracia y la libertad y todo eso, claro... ¿INVADIRLES?... ¡OYE, QUÉ BUENA IDEA!... Sí, andamos un poco liados de momento, pero ya sabes que siempre estamos dispuestos a defender la causa de la libertad... Y seguro que son musulmanes y tienen terroristas y todo eso, ¿no?... Ah, budistas... No, no importa, no... ¿En Asia, dices que está? A ver, que apunto... Llegando a la India, un poco a la derecha, vale... Sí, la verdad es que nos coge un poco lejos, y al precio que está la gasolina... Sigue, sigue... Vale, y una cosita... Hmmm... Estooooo... Me preguntaba... Petróleo o asi, ¿tienen?... ¿Ah, que poco?... No, no, claro que no importa, claro... Vaya, pues no sé... La verdad es que... Bueno, pues ya veremos qué se puede hacer, sí... Me parece que me llaman por la otra línea... Me das un toque otro día, si eso...

Lo que os digo, un encanto. Aunque al final tuve la sensación así como de que ese interés lo había perdido de repente...

27.4.08

El regidor omnipresente

Esta tarde fui a un concierto. La primera parte era el Piccolo Mondo Antico de Nino Rota, con una pianista canadiense que me pareció estupenda. Con la orquesta a todo trapo, el piano seguía presente y brillando.

Hubo un momento en que hacía un solo virtuosista e impresionante, y al finalizar, cuando se adivinaba la reentrada de la orquesta, sentí un instante de pánico: creí que el público se iba a arrancar en aplausos, sin respetar la música ni el momento.

Desde luego, no fue así. Pero qué estragos, qué daño tan enorme ha hecho en mi alma Operación Triunfo.

16.4.08

El espejo

Hace unos meses entré en un grupo musical. No quiero dar nombres, ni hacerles una publicidad que no merecen. Al día siguiente, mientras nos preparábamos para una actuación, viví cómo su director expulsaba a uno de sus miembros -seguramente el más brillante- de un modo injusto y violento, sin derecho a réplica.

En este caso, el líder tomó una decisión errónea, azuzado por alguien cercano. Lo hizo en un lugar inapropiado, con palabras inadecuadas y ante personas que jamás debieron presenciar aquella escena. Horas más tarde, se disculpó ante el resto del grupo con lágrimas y buenas palabras. No ante la persona agraviada.

Para una semana después estaba pendiente una actuación que muchos de ellos consideraban la más importante de la vida del grupo: en la propia ciudad, en el acto festivo de más importancia del año, con televisión en directo y toda la parafernalia mediática local. En mi opinión, el momento ideal para hacer valer la idea de grupo, presionar y que se reparase la injusticia, o que se fuera todo al garete.

Desde luego, todo ocurrió como era previsible. Como en un guión ya sabido y sobado, de puro repetido.

En mi caso la cosa estaba clara, y no contaba: acababa de llegar, esa persona me había introducido, y además es mi profesora y amiga. De los demás, prácticamente todo el grupo tuvo llamadas o mensajes de apoyo para con la expulsada. Pero de todos ellos, únicamente tres personas se plantaron y la apoyaron. El resto se limitó a justificarse: "sólo soy un miembro, yo no decido", "es que si me voy ahora estoy puteando al resto", "vamos a pasar la actuación y luego aclararemos las cosas". Eran formas de soslayar la realidad: nadie está dispuesto a perder algo -dinero, viajes, aplausos, diversión- a cambio de una idea.

Aunque la idea sea la de amistad, honradez o decencia.

Era un grupo musical, pero podría haber sido cualquier otro: de amas de casa o de paracaidistas, la cosa siempre funciona igual.

Quede claro que no me arrepiento, esta vez igual que tantas otras. Generalizando, no creo que por las noches ellos -los infames, los traidores, los vendidos, los peseteros- duerman peor. Antes al contrario, seguro que duermen estupendamente, repachingados en el éxito y rodeados por la complacencia de quienes pertenecen a su estirpe, que inevitablemente es la ganadora.

En la infancia vamos juntando piezas, con las que durante la adolescencia nos construimos a nosotros mismos. Según parece, ese edificio interior no cambia una vez formado. Tal vez por eso ya no llevo la cuenta de las veces que en aras de alguna de esas tres palabras o de alguna más lejana he perdido dinero, oportunidades profesionales o reconocimiento. Creo que nunca he obtenido una compensación posterior, al menos en lo visible. Aunque si de lo visible hablamos, lo que sí tengo muchas veces es la sensación de que se me queda, cada vez, la misma cara de gilipollas.

2.4.08

Los acólitos

Yo también pasé por ello, por eso lo conozco de primera mano. No es fácil cambiar tu vida y tus costumbres en aras de algo tan complicado e ilusorio, y donde el final del camino puede ser el más absoluto de los fracasos. De hecho, las probabilidades siempre apuntan a que muchos fracasarán. A veces resulta sorprendente conocer a gente estupenda que no logró pasar, mientras que otros tan inútiles que rozan la perfección lo consiguen.

En nuestro caso, han sido dos años de trabajo. De darle vueltas al temario y a la cabeza.

Por mi parte, buscando siempre la cantidad adecuada de presión, de materia y de dificultad. No es fácil mantener el estímulo durante tanto tiempo, crear interés y evitar el aburrimiento. Por la suya, luchar cada uno con sus problemas: familia, trabajo, los propios miedos. Cada uno con sus puntos fuertes y débiles.

Hablo por mí, que no me jugaba más que mi tiempo y mi orgullo, y si acaso una hipotética -ni buena ni mala, porque aún no existe- reputación como preparador. Ha sido un tiempo muy duro, una experiencia tan agotadora que no tengo claro si sería capaz de repetirla.

Supongo que un profesor que se cuide será capaz de sustraerse a todo aquello que se salga de la materia que trata: explicar y hacerse comprender. El trabajo que cada alumno desarrolle, sus historias personales y sus problemas son únicamente suyos. Pero para mí eso es imposible. Durante este tiempo he acabado por meterme en el pellejo y en la vida de los cuatro que llegaron al final, y no hay cosa peor que empatizar: entiendes a los demás y sufres con ellos. Sus nervios, su cansancio y sus inseguridades acaban siendo tuyos.

Por eso precisamente entendí muy bien la felicidad de una de ellas al terminar los exámenes: con independencia del resultado, era el final de un duro y largo camino. Del cual lo mejor ha sido aquello que no se puede remunerar ni valorar de ningún modo: cuatro personas estupendas, a las que he enseñado algunas cosas, y de las que he aprendido mucho.

Gracias, majos. Hasta siempre.

18.2.08

Estimados bloggers:

Tengan ustedes piedad.

Estoy sin Internet en casa.

Hace más de un mes que los amables señores de Orange trabajan en mi incidencia.

Los señores de Telefónica, cuando se trata de una portabilidad, tardan al menos diez días -laborables- en suministrar el servicio.

Un vecino confiado compartió de modo inadvertido y generoso su wifi conmigo, pero supongo que de modo también inadvertido cambió algo de sitio y la cosa ya no funciona.

El compañero que normalmente se encarga de atender las oficinas periféricas estuvo enfermo, y estuve viajando en su lugar.

He estado en un curso en la Antigua Cisneriana Complutense. Aunque no se trataba de derecho canónico ni medicina, la materia era tan etérea que resultaba casi teológica.

Había pendientes exámenes, y sigue esperándome un curso de inglés que debo terminar antes de mayo.

Tengo obligaciones familiares consistentes en una esposa, tres niños, una anciana y un gato.

Procuro asistir a clases de música por las tardes.

La Baronesa necesita mi ayuda para un examen que se le acerca de mala manera.

Me pagan por trabajar, y hay usuarios que se empeñan en que lo haga, solicitando mi asistencia.

En este momento tengo doscientos noventa y cuatro de sus estimados post pendientes de leer.

Sé que de mi lectura no dependen sus familias, su trabajo, tal vez ni siquiera su ego.

No es que me quite el sueño. Pero me hace ser consciente de cuántas cosas interesantes les ocurren y se les ocurren.

El mundo sigue ahí, funcionando sin mí.

Por favor, ¿les importaría contenerse un poco?

5.1.08

Rebajas


Se supone que el día siete de enero empiecen las rebajas. No es cierto. Comienzan el día seis.

Como hablaba esta tarde con el Sr. Ingalls, la magia de la navidad consiste en el deseo de renovación, de que lo delimitado por el año que comienza sea mejor que lo que teníamos. Sentimos que con los nuevos calendarios en la pared cambiamos de piel, recargamos las pilas de las ilusiones y adquirimos energía que durará más que los trescientos y pico días que se anuncian. Dejar de fumar, perder peso, leer más, pasar más tiempo con los niños.

El final de la navidad lo marcan los regalos recién desenvueltos, y las rebajas comienzan justamente en el desorden de los papeles de regalo hechos trizas y arrugados llenando el salón. Los juguetes no son tan bonitos como en los anuncios, las colonias no contienen las feromonas que nos conviertan en bombas sexuales, los juegos alrededor de los que la familia y los amigos deberían divertirse tanto resultan sosos y repetitivos.

Después, los propósitos se van diluyendo igual que decrecen los días que restan del invierno. Apenas conseguimos reducir unos cigarrillos, adelgazamos si acaso un par de kilos, seguimos leyendo los escasos minutos que nos sentamos en el baño. Y los niños siguen creciendo sin que nos demos cuenta, y la próxima navidad es posible que ya no nos pregunten sobre esos comentarios que han oído en el cole sobre la auténtica identidad de los Reyes Magos. Recortamos, rebajamos, devaluamos.

Por mi parte, tal vez tiene razón Pau en el sentido de que ya no espero nada. Tal vez no espero nada, pero eso no quiere decir que no lo desee. No espero lo imposible, pero lo deseo. De hecho deseo muchas cosas. Deseo que las palabras de paz duren más que los papeles que envolvían los regalos. Deseo que el ambiente familiar se respire incluso cuando hay que arrimar el hombro en la ingrata tarea de cuidar a nuestros viejos. Deseo que los niños conozcan el mundo real, pero decidan seguir viviendo la magia maravillosa de la vida. Y así, deseo muchas cosas que sé que no llegarán este año que comienza.

Tampoco es grave: aunque los sepamos inalcanzables, aunque los devaluemos y rebajemos, los deseos son la energía que nos moverá los próximos trescientos sesenta días, y más.