31.7.07

Paranormales, sobrenaturales, extrasensoriales...

Orson Scott Card describe en los libros de Alvin Maker una sociedad en el que determinadas personas nacen con un don, y los demás lo reconocen en ellos como algo natural y deseable. Heroes es una serie de televisión en la que determinadas personas tienen cualidades sobrehumanas, y las ocultan para no convertirse en bichos raros, estigmatizados y tal vez perseguidos.

He conocido de cerca lo que significa poseer un don fuera de lo normal. Gente con una sensibilidad especial que les sacaba en parte de este mundo, y les colocaba a caballo entre lo sólido y lo intangible, entre lo racional y lo onírico. Personas que ocupaban esa situación tan peculiar, ejerciendo de puente entre dos mundos.


De todos ellos, pocos han sido capaces de mantener vivo su don e integrarlo en su vida. Algunos han renegado de él para integrarse en la normalidad. Otros lograron mantener el equlibrio, e incluso lo convirtieron en un modo de vida. Recuerdo una viejita que conocí en Barcelona, admirable en su poder y en su humildad, que había sacado varios hijos adelante haciendo uso de sus facultades.

Lo normal, sin embargo, es mucho más triste. Lo habitual es que esas capacidades -pon la palabra del título del post que más te guste, a mí me irritan todas- sean algo tan distintivo ante uno mismo y ante los demás que conviertan a su poseedor en un bicho raro, un colgado o un loco. También he conocido suficientes casos de estos, algunos muy de cerca.

En muchas sociedades antiguas, los dotados se convertían en brujos, chamanes o adivinos, y eran respetados y utilizados por su gente como un modo de mirar al otro lado; ese que a todos nos produce inquietud o temor, incluso a quienes niegan su existencia. Nuestra civilización nos ha pasado, a través de inquisiciones de tantos tipos como haya sido necesario, a esta orilla conocida. La opción es clara: en lugar de enseñar el significado de las visiones, es preferible eliminarlas. En vez de buscar el significado de los sueños, es preferible dormir sin ellos. Mejor que explorar las sensaciones inefables, etiquetar lo posible. Y lo imposible, lo onírico, lo inexplicable, mejor hacer que no aparezca, tacharlo de desvarío, considerarlo patológico para que pueda ser clasificado y convenientemente apartado, medicado.

Es cierto que hay mucho tunante, mentiroso o aprovechado. Como también lo es que hace mucho tiempo que renuncié a convencer a casi nadie de casi nada. Pero del mismo modo, uno sabe lo que ha sentido, lo que ha visto, las cosas por las que ha pasado. Y aunque alguien algún día sea capaz de convencerme de lo contrario, lo que aprendí sigue siendo mío, aunque llegase a mí por la vía de la irracionalidad, tal vez de la insania.
Veo durante años y más años a una de las personas más inteligentes y dulces que he conocido hundirse en la depresión y la tristeza. Veo cómo gran parte de lo que es va siendo sometida por quienes sólo son capaces de entender un mundo que sea plano y se encuentre al alcance de su inteligencia. Veo cómo su familia más cercana es incapaz de sustraerse al egoísmo, sin preocuparse por ella más que para cargarla con trabajos y responsabilidades incompatibles con su fragilidad, con su habilidad para manejar el mundo cotidiano. Veo que sus capacidades, sus sueños y sus visiones se van apagando bajo la influencia de las etiquetas y los medicamentos. Y veo que no hay maestros que puedan ayudarla, no hay amigos que puedan echarle una mano. Y ella lo ve, y no encuentra su sitio en este mundo, ahora que oye cómo se cierran las puertas que la comunican con el otro, el más real.

23.7.07

Comer, beber, ¿amar?

El sábado confimé mi teoría de que la especie humana no evoluciona.

Boda y banquete. Lo de siempre, como siempre. O peor.

Ellas, con esos escotes de media teta fuera -y los sujetadores asomando- y esos peinados -¿seguro que les quitaron los rulos?.

Comida para reventar. El buffet en el jardín, los entremeses, el pescado, la carne, la bebida a raudales.

Ellos, con esos trajes -incluso chaleco en el julio extremeño-, con corbatas de nudos enormes -o más aún, de esos retromodernos con alfiler.

La hermana del novio, cigarrillos y un detallito para ellas. El hermano de la novia, puros para ellos.

A quién no le suena todo.

Si bien es cierto que alguna cosa sí varía, no tengo claro que realmente signifique un paso adelante.

En la música de después, el grupo se se sustituye por un tipo con un portátil y los discos por una colección de mp3. Aunque la tercera canción sea "Algo se muere en el alma..."

Y los gritos. ¡Vivan los padrinooooos!... ¡Vivan los novioooos!... ¡Que se beseeeeen!... ¡Con lenguaaaaa!...

Arg.

17.7.07

Verano

Qué tranquilidad.

Se acabaron, de momento, mis vacaciones. Vuelvo al trabajo, a las costumbres y a los palizas diarios. Pero se nota el ritmo veraniego, con menos gente y menos llamadas.

Cuando llego a casa, se nota la ausencia de Petardo, que está de excursión -peazo excursión- a Suiza. Marichu con actividades matinales que queman su exceso de energía y la dejan para el arrastre, con lo que pasa la tarde relajadita. Y Gusiluz es rey, dueño y señor del ordenador; tanto que incluso se aviene a tocar un ratito el recuperado violín a cambio de tener aún más tiempo de maquinita.

Y encima, pones las noticias y casi no se oye hablar de política.

Qué tranquilidad.