30.9.11

Mejor no pensarlo

Este año no hemos tenido vacaciones. En una casa de cinco como la nuestra, con mi único sueldo y alguna aportación extraordinaria de la Baronesa, no ha dado para más. Dinero había, pero nuestro Petardo-Foster hizo un curso desastroso el año pasado, y éste no habrá beca. De modo que hay que estirar lo que tenemos. Y si eso implica no salir en verano, pues qué se le va a hacer.

Y no digo yo que no me hubieran hecho falta. Hace un tiempo, desde su cama de hospital, me decía la señora Ingalls que "después del año que había tenido", necesitaba salir a despejarme. Fui sincero cuando le pregunté a qué se refería, no tenía yo sensación de que el año hubiera sido particularmente intenso.

Es cierto que comenzó (en otoño, como empiezan los años) con un cuatrimestre cargadito de estudios: dos asignaturas del ciclo (una fuerte y otra flojita pero coñazo) que me faltaban para completar, y otra de la uni (álgebra). Además, recibir algún curso del trabajo, impartir un par de ellos de esos que permiten completar ingresos. Nada que no me atreviera a gestionar.

Teníamos previsto iniciar la obra de nuestro piso grande y viejo en febrero o marzo, cuando el apretón de estudios hubiera pasado. Pero en octubre nos dice nuestra inquilina que se va, lo cual implicó adelantar el calendario en tres meses y ponernos a buscar como locos albañiles, materiales y financiación. De modo que en los Reyes Magos nos trajeron azulejos, sanitarios, puertas, tarima y cascotes. Y una nueva hipoteca con que pagarlos.


(Maldición gitana: ¡Albañiles veas por tu casa!)

Allá por febrero, cuando conseguimos echarlos de allí a todos, hicimos la mudanza y los volvimos a meter en el sitio que dejábamos, preparándolo para nuestros nuevos inquilinos. Más cascotes, más azulejos y aún menos dinero.

Ah, y los exámenes. El de álgebra desastroso, pero al menos salvé la asignatura.

A todo esto, la enfermedad de mi madre continuaba el camino que comenzó hace tres años: cabrona, dolorosa y sin esperanzas. De modo que apretábamos los plazos para intentar traerlos a uno de los apartamentos que reformábamos en esos momentos, y que al menos los últimos meses mi padre se viera un poco arropado, a cinco minutos en lugar de cien kilómetros. No hubo modo, y murió en mayo sin aceptar más ayuda que la poca compañía que mi hermano o yo les hacíamos cuando podíamos coger algún día libre.

El final de curso con los niños fue duro, tal vez más que otros años: cursos más avanzados, peores resultados. La casa llena de cajas de la mudanza (y aún ahora, y lo que te rondaré). Algo más pendientes de mi padre, de ayudarle a reorganizar su vida. Mis exámenes finales, sin grandes problemas y sin notas espectaculares.

Y en julio llamaron a la Baronesa para trabajar durante el verano, con lo que se generó el círculo: está trabajando, tal vez podríamos permitirnos una escapadita. Pero no tiene días libres, no podemos salir. Si no trabajase, tendríamos días. Pero no tendríamos dinero, no podríamos salir.

En fin, que la próxima semana me toca ir a Madrid a un curso del trabajo. Y ahora que lo pienso lo mismo me viene bien, para despejarme.

27.9.11

No huele

Este no es el momento de confiar en que los gobiernos van a arreglar las cosas. Los gobiernos no gobiernan el mundo. Goldman Sachs gobierna el mundo. Y a Goldman Sachs no le importa este paquete de medidas de rescate, y tampoco le importa a los grandes fondos de inversión. (toma ya)

No seamos ingenuos, no es el demonio. Tal vez este tipo ni siquiera sea un hijo de puta desalmado. Tal vez incluso sea cierto que quiera ayudar a la gente, aunque sea a su gente, a la que tiene miles o millones que se convertirán en decenas o cientos de miles o millones.

Lo que es seguro es que nada se crea ni se destruye. El dinero que alguien gana a espuertas sale de algún sitio. Por muy inflada e irreal que sea la economía global, debemos tener en cuenta que se apoya en algo sólido y tangible. Como puede ser el maíz o el mijo. Esos cereales que alguien en África ya no podrá comprar porque otro alguien ha logrado inflar su valor, para que los amigos de Rastani puedan mejorar su vida.

No importa que haya millones de cuasipobres en mitad de la desarrollada Europa, o del Imperio Estadounidense. O que los muertos de hambre en otros continentes sean decenas de millones. Lo que importa es lo que este tipo dice:

If a global recession is heading our way, then that is an opportunity.  It is an opportunity not just for me but for everybody, including you, dear reader. (y toma más)

Si no puedes con ellos, únete a ellos. Querido lector, transfórmate en otro pequeño hijo de puta. Conviértete en un buitre, aliméntate de cadáveres. Quedarán a miles de kilómetros, desde allí no llegará el olor.

Pecunia non olet.

[Actualización:]
¡Juas! El tipo no es más que un jeta que se la coló a todo quisque. ¿Pero ello hace que lo dicho sea menos cierto?

26.9.11

Nuevo año

Decíamos ayer que el año comienza ahora. O casi, porque mis múltiples cursos ya no comienzan en septiembre sino en octubre. Aunque el verano este año haya sido un tanto extraño -sin calor, sin vacaciones-, comienza el otoño y su avenida de horarios y obligaciones, unas deseadas y otras sin remedio.

También los buenos propósitos se renuevan ahora y no en nochevieja: mantener el contacto con los amigos, salir a correr, actualizar el blog...