9.10.06

Papeles y rincones

De qué modo nos miramos, de qué extraña forma desconocemos nuestros rincones.

En demasiadas ocasiones asignamos a los demás características que no se corresponden con lo que son en realidad. Eso lo aprendemos cuando nos van decepcionando, en la mayoría de las ocasiones porque no se avienen a encajar en el molde que les habíamos asignado, porque las personas están más llenas de matices de lo que nuestro afán simplificador querría. Salen por la tangente, y hacen lo que no esperábamos de ellas, y no hacen lo que sí esperábamos. Y nos duele como una afrenta, cuando los ofendidos deberían ser ellos, porque a saber cuántos años llevamos ignorando su persona para ver sólo la figura en la que la hacemos encajar.

Aún peor es cuando uno debe enfrentarse con la autodecepción. Cuando uno, que tantas capas creía haber apartado para mirar más y más adentro, se encuentra con una parte de uno mismo que le sorpende desagradablemente, sobre todo porque en un momento dado se adueña de la propia vida y le da un vuelco. Y uno se queda sorprendido, mirándose a sí mismo sin reconocerse. Y recogiendo los cascotes, piensa en qué rincón tenía todo eso escondido. Porque no es que no lo hubiera encontrado; es que no era consciente de la posibilidad de su existencia. De qué se habrá alimentado ese Mr. Hyde salvaje y orgulloso. Ójala supiera qué es lo que uno no debe tomar en ningún caso para que esa transformación no vuelva a suceder. Dónde está el antídoto para la autosuficiencia, la arrogancia, la ira que un día aparecen sin venir a cuento y que arrasan todo lo que hay a su alrededor, sin pararse a ver la belleza o la pureza de lo que destruyen.

Y como irónico remate, constatar que para otros eres justamente tú un modelo de determinadas cosas, como la estabilidad o la sensatez. Que eres tú precisamente el que ha sido colocado en el molde por alguien querido y respetado. Y no sabes si todo esto no es más que una broma absurda, el guión de una peli alocadamente retorcida.

1 comentario:

Paula dijo...

Mira, igual no viene ni al caso, pero en mi cabeza ha empezado a sonar una canción de alejandro Sanz, si, de el mismo, que dice así

Tengo pomada pa todos los dolores
Remedios para toda clase de errores
también recetas para la desilusión

y creo que tiene razón. Es cierto que descubrimos al Mr. Hide dentro
pero...

¿quién lo observa?

Ese, ese es el que tiene el remedio, el observador

Un abrazo