6.1.07

Regalos

Da que pensar hasta qué punto Internet se cuela, poco a poco, en mi/nuestra vida.

La cosa es tan así que los regalos estrella de estos Reyes han llegado a casa de un modo u otro a través de los bits:


Para Petardo, un reloj binario, imposible de encontrar en mi ciudad: lo tuve que pedir pro Internet. Para quienes no lo conozcan, es un relog tan digital que en lugar de mostrar las horas y los minutos como números, los muestra como combinaciones de unos y ceros, representados por lucecitas encendidas o apagadas, según sea el caso. Lo único que no me gusta es ser yo quien lo ha regalado, y no quien lo ha recibido. En su día lo vi en Microsiervos, ¡¡y me lo pedí yo primer, jo!! Pero bueno, por un hijo se hace todo.



De los mismos chicos es la culpa de que se el poseedor de uno de los ya casi legendarios Lidlscopios. Por una vez, tengo un gadget que uno de ellos desea y no tiene. Para lo que me gusta y acostumbro (e incluso predico) es un regalo caro y poco útil (?), pero como dice mi Maripé, es algo de lo que tengo ganas desde que nos conocemos (hace más de media vida), así que según parece me lo tengo más que merecido (debe de ser por la paciencia, porque no se me ocurren más motivos). En cualquier caso, la cosa tiene miga: dos días seguidos de niebla cerrada, no se veía más que una valla publicitaria que está al otro lado de la calle, y a ratos ni eso.

Y finalmente, algo que ya me había regalado, a su manera, Amanda. Los de oriente tomaron nota, y fíjate tú:


Creo que este año debo de haber sido muy bueno, porque si no, no se explican estos regalos y alguno más que ha caído. Ni esto, ni el hecho de que aparezcan determinadas personas que voy encontrando por aquí. Gente sin rostro pero llena de palabras, de ideas y de sabiduría. Ya he nombrado a una, y no nombraré al resto para no olvidarme de nadie. Otro día me explayaré a placer sobre este tema, pero quede claro que -sin foto- es todo un regalo, tal vez el mejor.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué bien! Me alegro de que mi carta llegara a destino y fuese leída.

Te envidio el telescopio, y, además, aquí nada de niebla. Es una de las cosas que también tengo, desde hace unos años, pendiente. A ver si me decido a pedirlo pronto. Al menos ahora ya sé que mi carta anual a los Reyes no cae en saco roto. :)

Sebastián Puig dijo...

¡Menuda parafernalia tecnológica! Mi historia con los telescopios es desastrosa, espero que tengas más suerte que yo. Desde luego, aquí en Madrid tienes que irte bien lejos para poder disfrutar de alguna zona no lumínicamente contaminada.

El libro es magnífico.

Un abrazo.

Paula dijo...

alaa un telescopio

Jo, sí que has tenido que ser bueno, sí

Aunque estoy completamente de acuerdo contigo: el mejor regalo, los amigos cibernéticos que van apareciendo

Un abrazo de nuevo

Ángela dijo...

A lo mejor es que no hace falta ser buen@ para que regalen cosas...

Le Mosquito dijo...

Esta selección de caprichos es un tanto más cara que un chupa-chups ¿que no?. En todo caso, me quedo con "El ensayo sobre la lucidez", no sin antes haber leído "Ensayo sobre la ceguera", libro que, paradojicamente, y a mi pobre entender, es más lúcido que el que lo proclama.