7.9.07

Versión original

Ayer hablé con mi seño de piano, con su hijito a cassette. Al final se nos pasó el verano sin vernos, sin una pequeña clase, sin tomar un algo juntos y sin ver sus caballos. Pero bueno, como siempre.

Mi seño siempre me engaña, me mete en unos embolaos que me superan y me hacen sufrir durante meses; aunque es tan fina que hace para que parezca que he sido yo solito.

Un ejemplo: en junio estuvimos decidiendo qué cosas podíamos ir viendo Maripru y yo durante el verano, para mantenernos activos e ir adelantando cosas para el curso. Ella llevó partituras y yo también. Entre lo mío había una de uno de mis discos favoritos de George Winston, y además había varias versiones, algunas simplificadas. Empezamos como siempre: "¿cuál te apetece?", "esta me gusta, pero me parece complicada, dime tú", "sí, si te gusta puedes con ella", "¿seguro? mira que siempre me la lías...", "que sí, que no es difícil", y así un rato.

La madre que la parió.



Llevo todo el verano peleándome con la dichosa partitura. Para empezar, la cosa en sí está bastante por encima -en dificultad técnica, en velocidad- de lo que he tocado nunca. Pero además, la partitura en sí tenía bastantes errores, con lo que me ha tocado irla despiojando una y otra vez hasta poder imprimirla con cierta aproximación al original.

De momento, consigo leerla, muy despacito. Cuando digo leerla, digo tocar cada nota en su tiempo. De ahí a hacer música con ella, va un abismo.



Según para quién, esto no es nada. Por ejemplo, resulta humillante oir a mi seño tocar a primera vista determinadas partituras que no conocía, dándole incluso los matices correctos desde el primer momento. Para mí, serán necesarias horas y horas durante varios meses hasta que suene algo medianamente aceptable, musical. Horas de estudio y clases en las que ella irá añadiendo digitación, pedales, reguladores y anotaciones que ensuciarán la partitura -"no te importa, ¿verdad?"-, y que realmente la convertirán en otra, complementando los pentagramas, las notas, las claves con eso otro tan inasible que la transformará en música.

Para entonces, lo normal será que la toque de memoria, no miraré el papel. Pero en la mente y en los dedos quedará impresa tal y como esté en esos momentos: sobada, sucia, arrugada, pintarrajeada . Será mía.

4 comentarios:

Sebastián Puig dijo...

Porque ya la habrás vivido. Un abrazo.

Arcángel Mirón dijo...

Para mí es bárbaro que logres entender eso que me resulta un jeroglífico.

Si encima le sacás música, estás cercano a algún dios.

:)

Toy folloso dijo...

Mira tú que la música de George Winston me pareció de lo más sencilla, al haber solamente piano.
Excepcional, por otra parte, su obra toda.

neoGurb dijo...

Gilda: no te creas, no. Una cosa es leer, otra silabear y otra ir letrita por letrita, que es como yo lo hago.

Folloso: y ésta es una de las más sencillitas, la mayoría son -para mí- totalmente inabordables.