2.3.06

Relatividad

Leo el periódico y las noticias en su mayor parte me saben a nada. El mundo resulta incomprensible, y lleno de unos señores increíbles -no hay quien se los crea- que buscan esconder su falta de franqueza tras un muro de palabras.

Un poco más allá, tampoco entiendo al personal que mata y se deja matar, no por ideas, sino por dogmas.

Me parece indecente cuando veo imágenes de guerras o cataclismos y me dejan frío. Supongo que estoy tan acostumbrado a verlas que acabo por no valorarlas. Busco entonces una cara o un gesto de alguien en las imágenes y me identifico con esa persona, me pongo en su lugar e imagino qué significaría para mí perder la familia, la casa, todo lo que tengo. Miro a esos niños e imagino que son mis hijos. Es así como puedo imaginar la magnitud de la catástrofe, de la hambruna, de la desolación. Supongo que eso es lo que llaman empatía. Para mí es la demostración de que la tragedia de una persona es el equivalente a la destrucción de un mundo. Cualquier cantidad de muertos es la suma de muchas vidas individuales. Cuando una sola de esas vidas se destruye -y hay muchos modos de destruir una vida sin que nadie muera- el drama es de magnitud mundial.

De igual modo, me pregunto si mis pequeños actos diarios no cambian de modo decisivo el mundo. Estoy convencido de que sí, aunque no pueda medir sus efectos.

La teoría del caos: Cuando sonrío a la cajera del supermercado, al otro lado del mundo se detiene una guerra.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ains!, que cositas me dices...

Gracias salao!

Anónimo dijo...

Te sientes como dijo aquel poeta:
"Nadie es una isla completo en si mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra;
si el mar se lleva una porción de tierra, el continente queda disminuida,
como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia;
la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad;
y por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti."
Elias