El otro día, mientras hago no sé qué cosas por casa, oigo en la tele:
"¿Sabes lo que es injusto?"
Debido a la avalancha de juegos de mesa en el bombardeo publicitonavideño, inmediatamente pienso que es un anuncio del Trivial Pursuit, alguna nueva "Edición Filósofos" o "Edición Tertulianos", y se me provoca la reacción típica: el tiempo se alarga, veo retazos de mi vida ante mis ojos, brilla un quesito al final del túnel. Alborozado, pienso que la pregunta no es de deportes, está a mi alcance. En milésimas de segundo, decenas de posibles respuestas giran en mi mente:
"¿Qué es injusto, qué es injusto?..."
¿Que el comercio de armas mutile a unos y enriquezca a otros?
¿Que una mierdapiso cueste el sueldo de varios años?
¿Que mis hijos hereden un planeta desolado por la inconsciencia de los de siempre?
¿Que no haya una versión decente del flash player para Linux?
¿Que mi sueldo crezca siempre menos que el IPC?
¿Que el SIDA deje cada día más huerfános en África que nacimientos hay en Europa?
¿Que Pinochet se haya muerto -el muy cabrón- sin que le hayan juzgado?
¿Que...
"Despertar por la mañana y descubrir unas arruguitas que ayer mismo no estaban."
Stop. Me bloqueo. Miro la tele mientras mi mandíbula se descuelga hasta la altura del ombligo. Mis procesos vitales se ralentizan. Del cristal de la pantalla hacia allá, todo es limpio e inodoro, la belleza y la sabiduría se resumen en un botecito que contiene la piedra filosofal, el elixir de la eterna juventud.
"¿ Es justo jugar con ventaja?... Sí, porque nosotras lo valemos."
Las imágenes cambian y el mundo se transforma en otra cosa, tal vez un juguete o un coche o una crema depilatoria. Despierto. Respiro. Miro a mi alrededor, mi casa con esos cutres azulejos en la cocina. Oigo que los niños se pelean, conscientes de su cometido en la vida. Sigo con mis tareas, cabizbajo.
Cagonsuputamadre.
"¿Sabes lo que es injusto?"
Debido a la avalancha de juegos de mesa en el bombardeo publicitonavideño, inmediatamente pienso que es un anuncio del Trivial Pursuit, alguna nueva "Edición Filósofos" o "Edición Tertulianos", y se me provoca la reacción típica: el tiempo se alarga, veo retazos de mi vida ante mis ojos, brilla un quesito al final del túnel. Alborozado, pienso que la pregunta no es de deportes, está a mi alcance. En milésimas de segundo, decenas de posibles respuestas giran en mi mente:
"¿Qué es injusto, qué es injusto?..."
¿Que el comercio de armas mutile a unos y enriquezca a otros?
¿Que una mierdapiso cueste el sueldo de varios años?
¿Que mis hijos hereden un planeta desolado por la inconsciencia de los de siempre?
¿Que no haya una versión decente del flash player para Linux?
¿Que mi sueldo crezca siempre menos que el IPC?
¿Que el SIDA deje cada día más huerfános en África que nacimientos hay en Europa?
¿Que Pinochet se haya muerto -el muy cabrón- sin que le hayan juzgado?
¿Que...
"Despertar por la mañana y descubrir unas arruguitas que ayer mismo no estaban."
Stop. Me bloqueo. Miro la tele mientras mi mandíbula se descuelga hasta la altura del ombligo. Mis procesos vitales se ralentizan. Del cristal de la pantalla hacia allá, todo es limpio e inodoro, la belleza y la sabiduría se resumen en un botecito que contiene la piedra filosofal, el elixir de la eterna juventud.
"¿ Es justo jugar con ventaja?... Sí, porque nosotras lo valemos."
Las imágenes cambian y el mundo se transforma en otra cosa, tal vez un juguete o un coche o una crema depilatoria. Despierto. Respiro. Miro a mi alrededor, mi casa con esos cutres azulejos en la cocina. Oigo que los niños se pelean, conscientes de su cometido en la vida. Sigo con mis tareas, cabizbajo.
Cagonsuputamadre.
1 comentario:
¿pero qué tendrá que ver el tocino con la velocidad o un simple spot con la injusticia universal?
en todo caso, el anuncio yerra, porque según Adolfo Dominguez la arruga es bella
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