Esta tarde fui a un concierto. La primera parte era el Piccolo Mondo Antico de Nino Rota, con una pianista canadiense que me pareció estupenda. Con la orquesta a todo trapo, el piano seguía presente y brillando.
Hubo un momento en que hacía un solo virtuosista e impresionante, y al finalizar, cuando se adivinaba la reentrada de la orquesta, sentí un instante de pánico: creí que el público se iba a arrancar en aplausos, sin respetar la música ni el momento.
Desde luego, no fue así. Pero qué estragos, qué daño tan enorme ha hecho en mi alma Operación Triunfo.
2 comentarios:
Tu alma conserva un rincón puro que te protege, Neo.
:)
Pues por aquí es lo normal y además las orquestan paran para los aplausos al estilo soviético. Que poco cosmopolita eres.
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